Tonucci proyecta de forma caricaturesca la escuela de los 70, un sistema educativo en el que el alumnado es considerado un agente pasivo, un mero receptor de información que no participa en la creación del propio aprendizaje. Como los alumnos son adoctrinados por sus supervisores o maestros, los cuales les inyectan "material didáctico", expresando que todos los niños y niñas recibirán los mismos conocimientos y valores sin tener en cuenta sus capacidades intelectuales e individuales. Todo ello alcanzado superficialmente, imposibilitando analizar otras características de los alumnos y alumnas tales como como su forma de pensar, su habilidad física o sus sentimientos. Podemos observar como algunos de ellos consiguen salir de la máquina, lo que querrá decir que han aprendido lo impartido en la escuela; todos ellos iguales, con la misma cara, posiblemente sean los que hagan una carrera y puedan vivir bien como buenos ciudadanos. Mientras tanto por el conducto de desechos son expulsados los niños que no han aprendido, en ellos se incluyen niños con necesidades educativas especiales, niños retrasados y niños que están en las drogas y el alcohol.
Por último, cabe destacar el cartel que pone: "Prohibida la entrada al personal ajeno: padres, periódicos, trabajo, política, sexo, cultura popular”. Esto es una crítica a la falta de conocimiento que se tiene de lo que se realiza en la escuela. Y que esto es fomentado por el propio sistema, para que no pueda ser criticado ni cambiado.
Todo esto va en contra de lo que el autor de esta obra defiende en relación al sistema educativo. Para Tonucci, la escuela debe apostar por escuchar, comprender y respetar a los niños. Propone el embellecimiento de las escuelas y apuesta por amplios jardines y huertas para que los niños puedan jugar y pasear tranquilos; y no patios enormes y juegos uniformes que no sugieren nada más que una descarga explosiva. Los maestros deben aprender a escuchar los alumnos, sentirse interesados por sus experiencias infantiles y con ello hacerles sentir que realmente son una parte imprescindible en nuestra sociedad. Los maestros deben valorar el conocimiento y la historia familiar que cada pequeño trae consigo. Tonucci dice: "Les pediría a los maestros que invitaran a los niños a llevar su mundo dentro del colegio, que les permitieran traer sus canicas, sus animalitos, todo lo que hace a su vida infantil." Añade a su vez, que la escuela debe ser un espacio que acerque a los niños al mundo real. Los niños aprenderán conocimientos útiles para su día a día, para que en un futuro lleguen a interesarse por culturas más lejanas y entrar en contacto con ellas. Para finalizar, recalca que la escuela no debe absorber al niño, los niños deben tener tiempo para jugar y disfrutar de su infancia. Por ello, esta totalmente en contra de la doble escolaridad y aboga por defender el derecho al juego hasta considerarlo un deber.
Muchas de las cosas que aparecen en este sistema de la "Escuela Máquina" se sigue viendo en la actualidad. Por ejemplo, hoy día se sigue clasificando a los alumnos por la nota que sacan en sus exámenes. Es la herramienta más importante tanto para profesores como para padres para saber si su hijo/a va bien en la escuela. Pero no todo en nuestro sistema educativo actual es malo, con el paso de los años ha ido evolucionando y dando más importancia a aspectos tales como la diversidad, la integración, el desarrollo de la persona... Me parece de real importancia enmarcar cómo ha evolucionado nuestro sistema educativo, cómo cada vez la vida en sociedad y lo que la vida es realmente se va inculcando poco a poco en las aulas; dejando atrás conocimientos inservibles y anticuados para darle la importancia que se merecen las cuestiones de la vida cotidiana.
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